Sencillamente, lo de Manuel Escribano es de otro mundo. No quiere decir que sea lo único que se pueda destacar de la corrida de los Victorino en Sevilla, la verdad es que hay much tela para cortar, pero ese acápite de la corrida, un momento de dolor y de angustia transformado en verdad, resistencia y triunfo.
La corrida de la ganadería de la A coronada era una de las de mayor expectación, no solo por la ganadería per se, sino por el cartel, una terna de toreros de diferentes características taurinas y por la presencia de Andrés Roca Rey, quien hoy por hoy es la figura número uno de la tauromaquia y que por primera vez toreaba esta ganadería.
El ambiente era más que perfecto en la Real Maestranza, cuando la corrida comenzó con momento de tención. Como lo ha venido haciendo los últimos años, Escribano, cabeza de cartel, se llevó el capote extendido a la espalda y se fue a recibir a su primer ejemplar de rodillas cerca a la puerta de chiqueros, algo que es muy frecuente en él y que según datos que comparte el equipo de One Toro, es el torero que más ejecuta esta suerte al momento de recibir al toro.
Después de la cuarta verónica, cuando apenas comenzaba a enterarse de las embestidas del ejemplar, fue prendido del muslo derecho, por lo que el torero tuvo que ser llevado a la enfermería y quedarse allí para la valoración médica. Lastimosamente, mientras al segundo del cartel, Borja Jiménez, de quien hablaremos de manera seguida, se hacía cargo de la lidia del toro de su compañero, desde la enfermería se confirmaba la cornada y se procedía de inmediato a operar para evitar daños mayores e infecciones producto del pitonazo.
Hasta ese momento, la corrida pintaba para un mano a mano, Borja Jiménez, que el año anterior tuvo una más que digna presentación en Madrid con estos toros y a los cuales ya le tiene la medida, y Roca Rey, que aún no hacía su debut con esta ganadería. Indiscutiblemente, Jiménez es un torero al que hay que ponerle cuidado, es un torero que está llamado a revolucionar el escalafón y a concitar la atención de los aficionados.
Un torero que tiene argumentos y condiciones para ser tenido en cuenta por los empresarios para diferentes plazas del mundo.
Tras la baja aparente de Escribano, se corrió tuno y Roca Rey, el último del cartel, pasaría a lidiar en segundo lugar el toro que le correspondió en suerte, una presentación espera que pasó sin pena ni gloria, con algunos muletazos de interés, pero que en lo general fue acompañado por el silencio del público que abarrotaba la plaza. Como era de esperarse, Borja, salió a lidiar si primer toro, segundo en la cuenta ordinaria de la corrida, un toro de buena presentación al que recibió encajado con el capote y al que logró instrumentarle muletazos de mano alta, buen trazo y ligazón. Este fue un toro que se dejó y que le permitió a Borja mostrar sus cualidades y argumentos como torero, argumentos que se han hecho sentir y que le permitieron cortar una oreja.
Al llegar al ecuador del festejo, estaba sobre la mesa la posibilidad de que Escribano volviera para lidiar su segundo toro, algo aún incierto. Mientras Roca Rey se alistaba para enfrentarse a su segundo toro, el segundo en suerte para él, desde la enfermería llega la noticia que aperturaría la gesta, Escribano si saldría a dar muerte a su segundo toro, pero lo haría en sexto lugar, mientras los médicos ofician su labor, tras la petición del diestro de ser operado no bajo anestesia general, sino local, para poder enfrentar su compromiso.
Así las cosas, y con Roca Rey en el ruedo, se seguirían corriendo turnos hasta el momento en que el director de lidia pudiera salir. Por su parte, el peruano estuvo más que voluntarioso, digno del compromiso. En este turno, se encontró con un toro más complejo que el anterior, un toro que nunca regaló una embestida y al cual le tocó apretar para que se moviera. Un toro más amarrado al piso al que Roca logró sacarle un par de muletazos hondos, pero poco más.
El público estuvo exigente con el diestro peruano, a veces desentendido de lo que pasaba en el ruedo, pero exigente como debe ser. Cosa contraria de lo que pasó el día anterior con la corrida en la que Daniel Luque abrió la puerta del príncipe.
Borja Jiménez, en el orden de la corrida, lidiaría el quinto toro, tercero en la cuenta general de la tarde, un toro de menos virtudes que el anterior de su lote y que del festejo. Un toro reservón a ratos y que mostró cierta incomodidad con el torero, quien echando mano de su valor y recursos, logró construir una faena de uno en uno, llevando el toro a su aire, pero sin mucho calado en el tendido. Esto no causo que la afición pasara de largo y no reconociera su compromiso y virtudes, pues recibió las palmas del respetable que ya esperaba lo que pasaría con Escribano.
Finalmente, el mundo del toro vio salir a Escribano, sin la chaquetilla, solo con su chaleco, camisón y un pantalón vaquero de color azul, que le fue traído por su ayuda. El torero, Recién salido del quirófano, ya estaba en situación y ante los ojos impávidos de los aficionados, volvió a extender su capote, se lo llevó a la espalda y salió hacia la puerta de los sustos para recibir de hinojos a este ejemplar. Pocos segundos pasaron cuando el ejemplar se asomaba por esa puerta oscura y Escribano, decidido, le da una larga cambiada y comienza a torear de capa extendida.
Con el torero en el ruedo se reafirmó, una vez más, que los toreros están hechos de otra pasta, son, por así decirlo, superhumanos. Hora y media atrás, el torero estaba en cirugía y ahora estaba lidiando un toro. Un acto de compromiso, vergüenza torera y pundonor, que es ejemplo para todos los toreros y por demás, para quienes apenas comienzan esta andadura.
Escribano, adolorido por la cornada y la intervención, se dispuso a poner banderilla, un tercio muy vistoso que él ya tiene más que dominado. El público se entregó con él y lo acompañó en su trasteo con la muleta, en donde el diestro regaló momento de mucho valor y arte, cuajado, cargando la suerte y llevando el toro de un lado para el otro con ritmo y con cadencia, pese a la dolencia que tenía.
Al final y después de una buena estocada, el público se puso de pie y pidió con fuerza las dos orejas, las cuales no se demoraron en caer. Un reconocimiento a su compromiso y a su verdad, que dignifican la profesión del toreo.
Resumen del festejo:
Manuel Escribano, cogido y dos orejas en el sexto tras salir de la enfermería.
Borja Jiménez, ovación en el que se hizo cargo tras la cogida de Manuel Escribano, oreja y ovación.
Roca Rey, palmas y ovación.
Redacción de El Minotauro Radio - Daniel Upegui.