Lo más triste de la tarde fue el hecho de saber que se acababa la Temporada Taurina de la ciudad de Cali, la plaza que en mundo cierra el año con tauromaquia.
La de hoy fue una corrida entretenida e interesante para ver. Mondoñedo cumplió y trató a Cañaveralejo un encierro de muy buenas hechuras, bien armado de pitones y en condiciones a lo que se le ha conocido como el toro de Cali. Los toreros por su parte, dos españoles y un colombiano que en términos generales estuvieron bien y que dejaron algunos instantes importantes para el recuerdo, pero que en resumidas cuentas, estuvieron por debajo del encierro.
En el paseíllo, Escribano entró destocado, dado que debutaba en esta plaza y lo hizo con buenas condiciones, gustando a la afición por la manera de poner las banderillas.
En primer turno entró al ruedo Antonio Ferrera. Le correspondió en suerte un toro castaño oscuro, muy en la línea contreras, que salió con alegría, mostró fijeza en los burladeros, pero que se fue durmiendo en la envestida con el tiempo. De capa, toreando con un capote de color verde, el torero instrumentó un ramillete de verónicas algo trompicadas, que le impidieron estar a gusto y perdiendo pasos de manera frecuente. El público pidió con energía que Ferrera pusiera las banderillas, pero no accedió, por lo que los subalternos cumplieron a cabalidad con el tercio. En la muleta el toros estaba más reservado, reculando y buscando las tablas. Allí, en esa zona, el torero español, comenzó a mandar y a doblarse con el toro, logrando muletazos por derecha de buena condición y levantado los olé del tendido. La espada en esta ocasión no estuvo con el, entró a pasaportar en dos ocasiones sin soltar y a la tercera dejó una leve estacada, por lo que la espada cayó a la arena, pero al intentar nuevamente, logró una estocada algo tendida y trasera, pero efectiva.
En su segundo de la tarde, un toro negro azabache, un poco más escurrido de carnes que los hermanos de encierro, encontró un todo con mayor movilidad y alegría en la envestida, pero que no fue bien aprovecha en la muleta. Este toro a la mitad de la faena de muleta se vino a abajo y le complicó las cosas a Ferrara, que de manera muy rápida buscó la espada y con esa manera particular de matar, caminando hacia el toro, intentó en dos ocaciones, marrando la faena y que en la suerte contraría dejó una espada necesariamente dañina. Para resaltar, en este toros tomó los palos y compartió el tercio de banderillas con su compañero de cartel, Manuel Escribano.
En segundo lugar, el debutante, Manuel Escribano, se enfrentó al segundo de la tarde, un toro bien presentado, Castaño oscuro también, más acucharado de pitones, que presentó un poco más de movilidad que el anterior y que en los primeros compasas, se compenetró con el torero, que dejó trompicar el capote al torear más lento que velocidad del torero. En las banderillas, Escribano levantó al público de inmediato, colocando dos pares de exposición y el último al violín, como es caracterizo en él.
En la muleta, Manuel Escribano instrumentó unos muletazos de buenas hechuras, acercándose el toro a sus costillas. La faena se desarrollaban de manera ideal, viendo entendimiento del torero con las envestidas francas y fijas del ejemplar, pero que al ser desarmado todo se vino abajo y con la espada no estuvo fino, tocando hueso en varias ocaciones y dejado en blanco al torero en cuanto a los trofeos. En el segundo de la tarde, otro negro azabache, el torero se fue hacia la puerta de los sustos a recibir con una larga cambiada, que salió bien en términos generales, pero que le constó por la salida brincona del ejemplar. Igual que Ferrera, este torero hizo lo propio y compartió el tercio con el que hacía de cabeza de carteles, instrumentando pares de banderillas de miedo y de mucho interés, dos de ellos pegados a las tablas, los cuales levantaron al públicos de los asientos por el nivel de exposición y riesgo que representaron, pero que eso fue lo más destacado de esta faena, dado que con la muleta, el toro no mostró muchas condiciones. Pocos muletazos pudo sacarle a este ejemplar que llevaba poco por dentro. El torero se fue en limpio de Cañaveralejo pero con la buena imagen de excelente banderillero.
En tercer lugar salió el colombiano a hacerle cara por primera vez a una corrida de toros de Mondoñedo, en el primero de su lote, tercero de la tarde, encontró al mejor toro del encierro, un toro que se dejó, que obedecía a la muleta y que iba con clase al llamado del torero. Este torero, nacido en Medellín, mostró temple y dominio de las complicaciones, creando una faena artística que estaba conectada con el público. Lo malo en este toro vino al momento de la suerte suprema, que aunque fue a la primera, la espada cayó en defectuosa colocación y eso impidió que se le diera la oreja, que el público pedia con vehemencia y que fue negada por el palco presidencia, pero que si le concedió la vuelta al ruedo al toro.
En el cierra plaza, poco a nada se puede decir. Una mala impresión se llevó la afición taurina de la actitud tomada por el torero, que después de 15 muletazos fue por la espada y cerró la feria con una faena corta y de nulo contenido. El toro que tuvo en suerte, el más cuajado y en tipo del encierro, salió por la puerta de los sustos partiendo plaza. Con el capote, poco pudo hacer el torero nacional, pues con capotazos de tanteo paso al tercio de la pica y posterior a ellos las banderillas, que estuvieron bien ejecutadas por garrido y por el pino.
Los torero se fueron en limpio, pero saludaron desde el tercio los banderillas, Ricardo Santana, Carlos Garrido e Iván Dario Giraldo “El Pino“.
La síntesis de la corrida quedó así:
Antonio Ferrera, palmas en su primero y silencio en su segundo.
Manuel Escribano, ovación en su primero, palmas en su segundo.
Luis Miguel Castillón, ovación y petición de oreja en su primero, brinca en su segundo.
Redacción de El Minotauro Radio.