A tal punto hemos llegado que los animalistas, seres humanos que se creen moralmente superiores a los taurinos, tiene el derecho de podebajear y ridiculizar a un artista de talla internacional, solo por el hecho de ser fiel a sus creencias y sus aficiones. Lo sucedido en Cali, más allá de ser un hecho aislado, es un hecho preocupante.
Los animalistas están llegan a un punto de no retorno en el cual le pierden el respeto a todo. Ya no les basta con amenazar, agredir, insultar, menospreciar y censurar a los taurinos y sus organizaciones que están en defensa de esta tradición, sino que también llegan al punto de irrespetar a los artistas, que, en su libre derecho de expresión, no puede manifestar su voz de protesta ante la realidad del pueblo en el que se presenta.
Todos los taurinos hemos visto como en sus conciertos el artista pega lances al viento. Un hecho ya tradicional en el y que es un espaldarazo a la tauromaquia en el mundo. Esto es parte del espectáculo, sí, pero también es el sentir de su humanidad y es su manera de expresarse, tal como los toreros, como los pintores, como los cineastas, como los escultores.
Desde esta tribuna periodística, que sí, es libre de expresar su gusto y defensa de la tauromaquia, debemos salir al ruedo y mencionar que el concierto ya se estaba acabando y que los comentarios de la presa colombiana están descontextualizados del acontecimiento presentado en la Plaza de Toros de Cali, sitio donde se desarrolló el concierto. Ahora, en lo que tiene que ver con la reacción del artista, es más que entendible la rabia y el desconcierto, pues más allá ser una expresión personal, los asistentes no tenían derecho de recriminar algo personal del artista, más allá de su responsabilidad como figura pública y como músico, en utilizar su arte para compartir mensajes que son seguidos por diferentes personas en el mundo.
Realmente el retirar sin agrandar la polémica y simplemente expresar su descontento es completamente válido, desde el punto de vista de que los seguidores y espectadores se meten con él por ser fiel a sus ideales, así estos estén en contravía del de los demás. El respeto para los animalistas solo tiene una vía, hacia ellos y los animales, el respeto de parte de ellos hacia los demás no existe ni está permitido. Por lo menos eso es lo que demuestran.
Este es el momento entonces en donde los taurinos de Colombia debemos arropar a un artista que desde su tribuna se ha manifestado en contra de la injusticia y de los atropellos políticos en contra de las libertades. Así como el lo hace sin esperar nada a cambio, los taurinos debemos defender su presencia y su labor como embajador de la fiesta.
Para las empresas taurinas de nuestro país también debería haber una tarea. Hay que invitar a este artista a ver la fiesta de los toros, a conocer nuestra pasión por los toros y a permitirle vivenciar la manera en como los taurinos colombianos sentimos y queremos la tradición taurina como propia.
Redacción de El Minotauro Radio - Daniel Upegui.