Mucho se ha escrito ya de la puerta grande de Andrés Roca Rey, otro triunfo que suma a su esportón y que lo siguen posicionando como el torero más importante del mundo.
Pero así como se ha dicho mucho de esta triunfo, de la manera en como logró darle la vuelta a la opinión de esta plaza, la misma en la que su primera comparecencia la tuvo a la contra y no de buena manera, pero que en esta corrida, logró crear un ambiente más favorable y acogedor para él.
Tanto fue el hecho que después de la corrida se dirigió al santuario de la Virgen Estrella para agradecer el triunfo y el cambio que estaba dando su temporada.
Independiente del triunfo y de sumarse a Daniel Luque y a Miguel Ángel Perera, quien también disfrutaron de las mieles del triunfo en este coso Andaluz, hay algo que mencionar, que nos deja como antecedente y que nos pone a analizar lo que el toreo nos muestra en este contemporaneidad.
Hace algunos años, muchos aficionados, así como los medios, daban como rival del huracán Roca Rey a un joven que apenas cursaba pocos años de alternativa. Ese joven llamado Pablo Aguado, de un concepto del toreo más clásico, que comenzaba a cautivar la atención del mundo taurino, era según ellos, quien le pondría competencia al peruano, que estaba arrancando en todas las plazas del mundo. Casualmente, una cornada alejaría por mucho tiempo a Pablo Aguado de los ruedos y le dejaría el camino libre a Roca.
Poco tiempo después, comenzó a sonar el nombre de Juan Ortega, otro joven de toreo caro, clásico y de grandes habilidades con el capote, deslumbraba con su arte y se proyectaba como ese que pararía el auge de Roca Rey. Nunca terminó de ser rotundo ese presagio de competencia, pero lo que si es verdad es que Ortega, con un concepto del torero que evocaba los años dorados del clasicismo taurino, se iba posicionando hasta el puto de ser tenido en cuenta en las principales feria.
La penúltima tarde en esta plaza de toros nos dio como triunfador a Roca Rey, el peruano que contó con suerte en su encierro y que tuvo a bien plantear faenas de transmisión, un poco de tremendismo y de pundonor, a lo que Ortega y Aguado decepcionaron con buenas intenciones, pero con menores posibilidades en sus lotes. No obstante, cada uno dejó grandes momento con la capta y tandas de muleta rematadas, cual cartel de toros.
De esta manera se iba cerrando Sevilla y nos dejaba algunas caras importantes a consideran en el desarrollo de la temporada grande española.
Resumen del festejo:
Juan Ortega, de verde hoja y oro, estocada (palmas); estocada (palmas).
Roca Rey, de grana y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja).
Pablo Aguado, de catafalco y plata, pinchazo, estocada (saludos); estocada (oreja).
Redacción de El Minotauro Radio - Daniel Upegu